"Hace tiempo, mucho tiempo, cuando el mundo era todavía
niño y no tenía libros, necesitaba -como todos los niños- que alguien le
contara en voz alta cuentos y leyendas, que le revelara la historia de sus
mayores, que le enseñara a descifrar sus sueños y a interpretar todos los
misterios del cielo y de la tierra. Entonces llegó un hombre y cantó. Fue el
poeta lírico. Después vino otro hombre y narró. Fue el poeta épico. Finalmente
vino un carro lleno de hombres y, en vez de cantar o contar, hicieron vivir la
palabra ante la multitud. Fue el teatro. Con él quedaron completas las tres
voces de la poesía.
Después pasaron siglos y siglos. En cada generación volvía
el rapsoda y cantaba; volvía el juglar y contaba; volvía el actor y
representaba. Y así siempre. Hasta que por fin llegó una mujer extraordinaria
que se atrevió al mismo tiempo a cantar, a contar y a representar, fundiendo en
una sola las tres voces melódicas para ofrecer al pueblo la Poesía Total. Esa
mujer fue Berta Singerman".
Así definía Alejandro Casona a esta notable artista cuya
carrera no puede considerarse sino como un hecho único, quizás irrepetible, sin
antecedentes ni continuadores. Había iniciado su vida artística como actriz,
pero la riqueza de su voz, su sentido del ritmo y el gesto la llevaron pronto
al territorio de la declamación. Los más grandes poetas de nuestra lengua le
dedicaron textos especialmente escritos para resaltar su talento y su
personalidad. Deslumbró a los públicos de Europa y América con sus recitales de
poesía; llenando plazas, estadios, anfiteatros, siendo la primera artista de
habla hispana en ser ovacionada en el Carnegie Hall de Nueva York.
"Finalmente, en una feliz conjunción de poesía y
teatro, Berta Singerman conmueve a los públicos con la más desgarradora historia
de amor que se haya escrito jamás. En "Carta de una Desconocida" de
Stefan Zweig, teatralizada expresamente para ella por Alejandro Casona, la
célebre intérprete alcanza la máxima expresión de su arte lírico y
dramático".
De esta manera se anunciaban las funciones que se llevaron a
cabo entre 26 de enero y el 2 de febrero de 1959; ocasión en que el público
local pudo ser testigo del arte del decir de la más celebrada intérprete de la
poesía castellana.
El programa incluía -además del texto de Zweig- versos de
Rubén Darío, Fernanda de Castro, Arturo Capdevila, Federico García Lorca y José
Hernández.
En una segunda visita el 1º de febrero de 1965 interpretó
textos de Córdoba Iturburu, Martinez Paiva, Leopoldo Lugones, Arturo Capdevila,
Alfonsina Storni; y el poemario "La sonrisa de Hiroshima" del autor
rumano Eugen Jebeleanu.
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