EXQUISITA Y DESOPILANTE COMEDIA ITALIANA EN EL AUDITORIUM

Uno de los títulos más importantes de la época dorada de la comedia italiana, “Lástima que sea una canalla”, será el film que esta semana se proyectará como parte del ciclo El otro cine en el Teatro Auditorium. La película podrá verse el miércoles 8 de mayo a las 18:30 en la sala Gregorio Nachman.

Dirigida por el gran realizador italiano Alessandro Blasetti; con Marcello Mastroianni, Sophia Loren y Vittorio De Sica, la trama relata que Paolo conduce en su taxi a la encantadora Lina y a sus tres amigos a la playa, pero pronto se da cuenta de que ellos pretenden robarle su vehículo.

Ella le enreda con explicaciones confusas y le lleva a conocer a Sopriano, su padre. Paolo piensa que se trata de una familia honrada, hasta que descubre que padre e hija son carteristas en los autobuses. Paolo los denuncia a la Policía, pero ellos se las arreglan para distorsionar los hechos y parecer  inocentes.

Desesperado, Paolo propone a Lina que abandone la vida de ladrona, y ella acepta encantada: él es el primer trofeo que no ha tenido que robar.

El gran director italiano Alessandro Blasetti, fue uno de los primeros en participar en las películas de episodios que se ponen de moda en el cine italiano en los años cincuenta y sesenta con “Sucedió así” y “Nuestros tiempos”, y dirigió dos de los primeros ejemplos de lo que se llamaría "comedia all’italiana", lanzando a la pareja cómica formada por Marcello Mastroianni y Sophia Loren.

En esta divertidísima comedia italiana de principio de la década del cincuenta encontramos a una de las parejas más inolvidables de la historia del cine en sus comienzos: los jovencísimos Sophia y Marcello que se sacan chispas en unos diálogos rápidos y brillantes.

Por supuesto que el enorme Vittorio De Sica (un genio absoluto tanto detrás como delante de las cámaras) termina robándose la película con la brillante composición de su personaje, un entrañable, educado y "noble" ladrón. La última escena del film en la comisaria es antológica y eleva la figura de De Sica a cotas que lo emparentan con una suerte de Groucho Marx allá italiana desopilante y genial.