Margarita
Bali junto a Gabriela Prado ponen en escena en esta versión revisitada. La obra
se repone exactamente para luego desarrollar otras ideas vinculantes a través
de un diálogo performático humorístico entre coreógrafa y bailarina con la
mirada que otorga el paso del tiempo. Las pantallas se cuelan en la obra de
danza para traer un espacio otro: el del recuerdo, la trayectoria, las andanzas,
las historias, los lenguajes y los avatares de su reposición.
Recorre
hitos del quehacer teatral haciendo referencia a la primera actuación de
Nucleodanza en el Teatro Roberto J. Payró en los setenta, y en el Teatro
Auditorium en los ochenta.