Tarde
noche de verano en el cementerio municipal del pueblo de Carhué, en el límite
con Epecuén, provincia de Buenos Aires. Ante el acecho de una tormenta
incipiente, y cansadas de la rutina, dos
mujeres encargadas del crematorio intentan terminar lo antes posible su jornada
laboral. De repente el llamado de su jefe genera que aquellas heridas, ruinas y
cenizas del pasado se remuevan y vuelvan a salir a luz.
¿Qué
pasó en Epecuén?
Villa
Epecuén es el nombre de un pueblo turístico argentino en ruinas, ubicado en el
partido de Adolfo Alsina, provincia de Buenos Aires. Situada a 7,3 km de la
ciudad de Carhué, fue fundada en 1921 a orillas del lago del mismo nombre, y
llegó a tener cerca de 1.500 habitantes, siendo visitada por un promedio de 25
mil turistas durante el verano. El lago Epecuén, (uno de los 6 lagos que
componen el sistema de lagunas encadenadas del oeste) se transformó en el
balneario más exclusivo del país.
Era
el destino de moda de esa época y el lugar escogido por la aristocracia
bonaerense como destino no solo para el ocio, sino también para curar
enfermedades reumáticas y de la piel. Sus aguas altamente mineralizadas eran
famosas por su similitud con las propiedades del Mar Muerto. Por esta razón, el
agua termal ha tenido una función curativa y la OMS (Organización Mundial de la
Salud) la incluyó dentro de la medicina tradicional.
En
1985 una inundación provocada por una crecida del lago sumergió a la ciudad
completamente bajo el agua, obligando a su evacuación total.
La
puesta es protagonizada por Mónica Driollet, Cecile Caillón y Claudio Depirro, con dramaturgia y dirección de Juan Mako.