Nadie ignora que Antonio Stradivarius -genial artífice de
instrumentos de arco nacido en Cremona, Italia- es considerado el constructor
de violines, violas y violoncelos por antonomasia. Muchos de ellos tienen
historia propia y se los conoce por el nombre del dueño que tuvieron -Joachim,
Sarasate, Oistrakh- pero si de algunos Stradivarius puede hablarse como de
seres poseedores de una vida particularmente notable, son -sin duda- de los que
pertenecieron a Niccolò Paganini.
Henri Temianka fue el intérprete elegido para ejecutar el
violín preferido del célebre virtuoso, que había adquirido de manos del Conde
di Salbue en 1817. Charles Libove
-segundo violín- el instrumento creado en 1680 y que se considera una de las
obras maestras de la primera época de su autor. La viola -en manos de David
Schwartz- poseía leyenda propia; su prodigiosa sonoridad fascinaba de tal
manera a Paganini, que le encargó una obra a Héctor Berlioz especialmente para
este instrumento, dando nacimiento al poema sinfónico "Haroldo en
Italia". El violoncelo, ejecutado por Lucien Laporte, construido por Stradivarius en 1738 -cuando
el viejo artesano tenía ya 91 años- había pertenecido también a la familia
Mendelssohn.
En 1959 el "Cuarteto Paganini" visitó nuestra
ciudad y en la tarde del domingo 27 de septiembre -con un programa que incluía
obras de Debussy, Beethoven y Julián Bautista- un privilegiado grupo de
espectadores pudo escuchar a estos cuatro
notables instrumentos en el escenario de nuestro teatro.