- Pesar por el fallecimiento del artista plástico -
Mientras crecen las muestras de pesar por el fallecimiento
del artista plástico León Ferrari, desde diferentes espacios y referentes
culturales coinciden en resaltar los valores y el legado de este gran maestro.
Ferrari, quien dejó de existir ayer a los 92 años, fue uno
de los creadores más importantes y provocadores, cuya extensa obra se centró en
la religión, las guerras y la intolerancia. En tanto, desde hace tiempo supo
entablar relación con Mar del Plata.
En ese sentido, cabe destacar que el vínculo con esta ciudad
siempre fue trazado a través del Teatro Auditorium, donde recibió uno de los
primeros premios de lo que era ya una vasta trayectoria.
Justamente fue en 1997 cuando ganó el Gran Premio del III
Salón Nacional del Mar, que se realizó en el Auditorium y tuvo trascendencia
internacional. Allí fue distinguido por la obra “Tarde que socavó nuestro
amor”.
Desde entonces, León Ferrari mantuvo una generosa relación
con este Centro de las Artes de Mar del Plata, donde en 2004 participó de la
muestra del Club del Dibujo curada por Daniel Besoytaorube.
Y años más tarde, en 2008, el Auditorium albergó la
exposición individual de este gran maestro: “Heliografías”, cuyo curador fue
Andrés Duprat. En tanto, en diciembre de 2012 integró la exhibición colectiva
titulada “¿Qué punto debe tener tu próximo pulover nuevo?”, también habilitada
en el foyer de este teatro dependiente del Instituto Cultural de la Provincia
de Buenos Aires.
Además, el 27 de septiembre de 2012, con gran convocatoria
de público se proyectó “Civilización”, el documental de León Ferrari.
Trayectoria
A lo largo de su carrera, León Ferrari cosechó el
reconocimiento nacional e internacional, que alcanzó su punto máximo en 2007,
cuando fue elegido mejor artista en la Bienal de Arte de Venecia donde se le
otorgó el "León de Oro", el mayor galardón de una de las bienales más
prestigiosas del mundo.
Su obra originó tantos elogios como críticas y fue expuesta
en algunos de los sitios más destacados del mundo, como el MOMA de Nueva York,
el Museo Reina Sofía de Madrid, España y en la Pinacoteca do Estado de São
Paulo, Brasil.
Ferrari nació un 3 de septiembre de 1920 y era hijo de
Susana y Augusto, un artista italiano que había realizado unos frescos en un
tempo de Turín y una vez radicado en Argentina, reformó la iglesia de San
Miguel donde pintó 120 cuadros y también construyó iglesias en la provincia de
Córdoba.
A principios de los años 50 viajó a Italia, donde comenzó a
hacer esculturas de cerámica y realizó su primera exhibición individual en
Milán, y en 1955 regresó a Argentina, mientras que en los años 59 y 60 realizó
tallas en madera y estructuras de alambres, primero entrelazados y luego
soldados.
En 1962, durante su segundo viaje a Italia, realizó la
primera escritura abstracta, ininteligible, serie que continuó hasta su muerte
y que elaboró en distintas variaciones.
Una de sus obras más impactantes la realizó en 1965, para el
Premio Di Tella: “La Civilización Occidental y Cristiana”, una escultura que
muestra a Cristo Crucificado sobre un avión bombardero estadounidense, que en
su momento aludía a la guerra de Vietnam pero que recobra significado a lo
largo del tiempo.
A partir de esa muestra, se limitó a hacer algunas obras
políticas presentadas en exposiciones colectivas, como “Homenaje a Vietnam”
(l966), “Tucumán arde” (1968” y “Malvenido Rockefeller” (1969”, entre otras.
En 1976 recopiló un grupo de noticias sobre la represión de
la dictadura militar que publicó con el título de “Nosotros no sabíamos”, frase
que una parte de la ciudadanía argentina utilizó frente a las pruebas de la
tortura y de los centros de detención.
Ese año, con la instauración del régimen militar de facto,
se radicó en San Pablo, y durante su estadía allí se enteró de la desaparición
de su hijo Ariel, quien había decidido quedarse en Argentina en vez de
abandonar el país con el resto del clan Ferrari.
En Brasil, retomó las esculturas metálicas y realizó
experiencias con diversas técnicas: fotocopia, arte postal, heliografía,
microficha, video-texto y libro de artista, entre otros.
Retomó el tema político-religioso en 1983 con collages e ilustraciones
de la Biblia, en los que sumó la iconografía católica, la erótica oriental e
imágenes contemporáneas.
A partir de 1985 inició una serie de obras con excrementos
de aves y expuso en el MAM de San Pablo una jaula con dos palomas que defecaban
sobre una reproducción del “Juicio final” de Miguel Ángel.
Ferrari volvió a vivir en Buenos Aires en 1991, donde
continuó con sus críticas al poder de la Iglesia Católica a través de su arte,
o haciendo pasteles y dibujos.
En 2004, se expuso en el Centro Cultural Recoleta una
retrospectiva de su obra que abarcaba 50 años de producción, y que provocó la
ira de grupos ultrareligiosos, protestas en las puertas del centro, la rotura
de obras, la clausura y reapertura de la muestra por decisión de la justicia y
uno de los más intensos debates en la historia del arte argentino.
Allí, se podía observar las dos líneas centrales de su
trabajo: aquella más abstracta y poética, representada por dibujos y esculturas
en alambre, y la más política, iniciada con su emblemático avión y que
culminaba en los collages sobre religión y política, y en sus polémicas series
de Infiernos.
El año pasado, entre otras muestras en las que participó,
Ferrari presentó en el Malba una selección de 70 obras pertenecientes a las
series “Brailles” y “Relecturas de la Biblia”, realizadas a lo largo de tres
décadas y hasta entonces sólo parcialmente conocidas.